Estados Unidos

ELMER GRUÑON

Categoría: Cartoon

ELMER FUDD

ELMER GRUÑON
Este personaje apareció por primera vez en 1937 en capítulo llamado "Egghead Rides Again", cuando Tex Avery introdujo nuevos personajes.

En 1940, Elmer el Gruñón lanzó una amenaza: "¡Estoy buscando conejos!"... ¿Qué sucedió?... por primera vez, emergió desde su agujero el ahora famosísimo conejo Bugs Bunny. Y estaba decidido a hacerle la vida imposible a Elmer y a todo aquel que quisiera hacerle algún daño. Más específicamente, cazarlo.

Gruñir es uno de los sonidos primordiales y su máximo representante es Elmer. Él es el pobre tontorrón con la cabeza abombillada que es el hilo conductor voluntario para las electrificantes travesuras de Bugs Bunny. En realidad, casi todo el universo le toma el pelo; por suerte, es demasiado corto de luces para darse cuenta.

Con su articulación de bebé y su voz temblorosa que parece estar siempre a punto de echarse a llorar (proporcionada por el inimitable Arthur Q. Bryant), Elmer es el cazador que no tiene el valor de matar a su presa. De hecho, en el cortometraje de Bugs Bunny A Wild Hare, Elmer se muestra desconsolado cuando cree que ha matado de verdad al conejo. "Soy un asesino!" se lamenta, ante el extremo regocijo de Bugs (y la audiencia).

Elmer suele interpretar al cazador en el rastro de Bugs o el Pato Lucas, o ambos, aunque a menudo deja a un lado su escopeta para tomar otros papeles.

Como se lo cree todo (no es lo bastante profundo para analizar las cosas), acaba confundido con facilidad. En Hare Tonic, Elmer lleva a Bugs a casa a cenar (más bien, para cenárselo) para acabar con el "oedó bibón" engañándole al hacerle creer que hay un terrible brote de "rabbititus" y que deben ponerse en cuarentena.

Se deja influir fácilmente, incluso por sus enemigos, y está más que dispuesto a creerse todo lo que le cuentan, lo que le viene perfecto a Bugs. Es como un niño, curioso e incapaz de auténtico recelo, lo cual lo convierte en el blanco perfecto de Bugs, cuyo bienestar está constantemente siendo amenazado por Elmer.

La pareja funcionaba tan bien junta que co-protagonizaron más de veinte historietas, incluyendo The Wabbit Who Came To Supper, Bugs Bonnets, el clásico Rabbit of Seville y Robot Rabbit, en el que Elmer compra un robot para librar su jardín de zanahorias de la peste gris.

What's Opera, Doc?, se convertiría en la obra maestra de Elmer y Bugs (y de Chuck Jones): una destilación en seis minutos del ciclo del "Anillo de los Nibelungos" de Wagner con Elmer como Sigfrido y Bugs como Brunilda. Siguiendo su éxito durarero de tirar de la hebra, Bugs también se viste con un jersey y pantalones de montar que más bien realzan la figura femenina para conquistar y finalmente desarmar a un Elmer enamorado en Rabbit Seasoning.

Elmer también aparece con el Pato Lucas en numerosas historietas como The Stupid Cupid, en la que Elmer haciendo de Cupido resulta incapaz de acertar. En el clásico Wise Quackers, el Pato Lucas se ofrece voluntario a ser el esclavo de Elmer (esclavizando de esta forma el hogar de Elmer). Y en What Makes Daffy Duck, Elmer tiene que competir con un zorro hambriento para cazar al Pato Lucas, quien consigue, por el contrario, enfrentarlos entre sí.

Sin embargo, Elmer nunca se metió realmente en problemas hasta que intentó averiguar si era temporada de pato o de conejo en un trio de cortometrajes de Chuck Jones que constituyeron una trilogía de esplendoroso diálogo cómico y animación. Duck! Rabbit! Duck!, Rabbit Fire y Rabbit Seasoning, mencionado anteriormente, se han convertido en hitos del sentido de la oportunidad cómica.

Elmer dejó a un lado su escopeta (momentáneamente) en Kit for Cat de Friz Freleng, en la que Silvestre compite con un pequeño gatito para llegar a ser la mascota, y Heredero Acondicionado, de Elmer. Elmer lucha de nuevo por conseguir dormir bien una noche, contra Silvestre, el rapsoda empedernido, en otro cortometraje de Freleng, Back Alley Oproar.

Lo que realmente pone furioso a Elmer es que le tomen por tonto, pero es tan tonto la mayor parte del tiempo, que nunca se da cuenta. Y hay docenas de historietas que lo prueban.